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Debate:
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Nueva
Política Farmacéutica Nacional
Seguir buscando la
panacea
Olga
Lucia Muñoz López - Periodista
elpulso@elhospital.org.co
“Quitar
el dolor es obra de Dios o de la misma naturaleza ¿Pero vender
medicamentos? Esa es la parte importante de cada empresa, porque no
se saca ni un centavo para un medicamento que cure, porque el día
que haya un medicamento que cure una enfermedad, pues desaparece la
enfermedad y se acaba el negocio”
Enrique Nuñez
Olarte, Químico Farmacéutico
En
una versión cinematográfica adaptada de “Viaje al
centro de la tierra” de Julio Verne, uno de los aventureros que
ha vivido durante años con unas tribus prehistóricas y
que es hallado nuevamente para el mundo de la civilización por
su mujer y dos expedicionarios contratados por ella, al momento del
regreso a su época y de escoger entre llevar oro y una planta
con poderes curativos reales y prácticamente mágicos,
decide llevarse muchas muestras de la planta, porque promete con
profunda convicción, que esa planta y sus poderes les
permitirá hacerse ricos, siendo así mucho más
valiosa que el oro mismo.
En el mundo real actual no hay mucha
diferencia con esa ficción: un producto al cual se atribuyen
propiedades curativas, puede costar cifras exorbitantes y justificar
ese valor por los supuestos y pretendidos efectos que afirma ofrecer.
Ello ha permitido que desde el comienzo de los tiempos existan los
medicamentos entendidos como aquello que cura, o por lo menos lo
intenta, y a quienes lo elaboran o procesan, les ha otorgado incluso
hasta cierto halo de seres con facultades sobrenaturales.
La
medicina tiene ese objeto de prevenir, curar o por lo menos aliviar,
y por eso también desde los albores del tiempo, se ha servido
de los medicamentos, productos externos al hombre mismo que se le
aplican de una u otra forma para dar un “remedio” a sus
males físicos y síquicos.
Siendo la vida y su
conservación el máximo valor instintivo que mueve al
hombre y preserva al género humano, ese valor se ha
yuxtapuesto a los medicamentos, en tanto medios que le ayudan en ese
propósito. Pero en un mundo a su vez mediatizado por toda
suerte de intereses y valores, principalmente políticos y
económicos, los medicamentos entraron al juego del poder, y su
procesamiento, su distribución y su utilización, no han
logrado escapar a estas fuerzas, hasta llegar incluso a
desnaturalizarse como curativos, quedando con un disminuido papel
lenitivo y siendo el objeto de miles de hilos invisibles en el no tan
velado teatro global que rodea al mundo.
Nuestro país no ha
sido ajeno al fenómeno, pero precisamente en aras de tratar de
conservar el medicamento como tal, de garantizar productos de calidad
en medio de las limitaciones tecnológicas y las presiones
transnacionales, y de promover un uso correcto de los mismo, se ha
embarcado en la definición de una nueva Política
Farmacéutica Nacional (PFN), en un proceso que “exige
transformaciones profundas en muchas concepciones y prácticas
de los diferentes actores del mundo del medicamento”, según
reza en la propuesta presentada por el Ministerio de la Protección
Social y el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y
Alimentos, Invima, el pasado 24 de abril.
Se pretende construir
entonces esta nueva política, con participación de un
amplio espectro de actores involucrados, en un ejercicio tecnocrático
con asesoría de conocedores del tema, y en un ejercicio
político de negociación de posiciones encontradas que
se pretende mediar mediante la concertación y regulación
del Estado, que en última instancia, está comprometido
y obligado a defender la salud de la población colombiana y el
bienestar de la misma en caso de conflicto entre las partes.
El
documento final deberá estar concluido en junio 15 de 2003,
una vez consolidadas todas las observaciones recibidas por medio de
documentos, correos electrónicos, foros y talleres, para tener
un documento base que permita continuar el proceso de construcción
de la Política Farmacéutica Nacional. Las alternativas
son convertirlo en un documento nacional o Documento Conpes, o
convertirlo en un documento oficial del Ministerio de la Protección
Social, que puede ser adoptado mediante resolución.
Gracias
al Acuerdo con la OPS-OMS y dentro de un proyecto en varios países,
se utilizará un sistema de evaluación y seguimiento de
la PFN mediante la aplicación periódica de unos
indicadores, cuyos resultados permitirán establecer “línea
de base” para monitorear cada año o cada 2 años,
los avances en el tiempo con una base objetiva estandarizada.
En
este momento crucial vale la pena reiterar una acotación del
médico farmacólogo David Eloy Guerra, cuando advierte
que hay dos sentencias de la Corte Constitucional en materia de
medicamentos que dicen muy claramente cual es la directriz que debe
tener la Política Farmacéutica Nacional: La sentencia
T-322 del 94 que habla sobre el derecho a la calidad del medicamento
y la T-344 de 2002, que dice que el médico tratante es quién
decide que medicamento requiere el paciente y no los Comités
Técnico Científicos; en resumen, estas se refieren a
darle un manejo a los medicamentos desde la necesidad del paciente,
traduciéndolo en términos económicos, no es
costo-beneficio sino beneficio-costo. “Primero miro a ver que
necesita el paciente, si se va a beneficiar de eso, y después
pregunto cuánto vale, no al revés como estamos haciendo
ahora: primero preguntamos cuánto vale y luego preguntamos si
el paciente se beneficia o no”, indicó.
“Reforzar
control a medicamentos”
En
sesión plenaria de la Comisión Séptima del
Senado de la República el pasado 4 de mayo, el parlamentario
Bernardo Alejandro Guerra Hoyos hizo eco al llamado de todos los
conocedores y dolientes del tema farmacéutico, exigiendo un
control más fuerte dentro de la política de
medicamentos. Señaló que en la práctica se han
definido medicamentos para pobres y para ricos, y que el despacho de
prescripción se hace por Principio Activo, ya que el médico
prescriptor y el auditor desconocen marca o laboratorio; reiteró
que falta regulación en el mercado y que se establece la
competencia entre vida y salud vs libre mercado, con el aumento
caprichoso y abusivo en el precio de los medicamentos.
Costos
de sobrefacturación de IPS
Guerra Hoyos denunció
que existe sobrecosto altísimo en la facturación de las
IPS a los entes territoriales por costos de medicamentos, hasta de un
3.000% en algunos casos, y con un promedio del sobrecosto mayor al
300%. Indicó por ejemplo que en la Dirección Seccional
de Salud de Antioquia, el año anterior se pagaron $45.000
millones por medicamentos, con sobrecosto estimado en $20.000
millones. Señaló que si el mercado farmacéutico
en Colombia movió 1.000 millones de dólares (unos $3
billones de pesos) en el año 2002, el sobrecosto por
comparación con el caso de Antioquia fue $1.3 billones.
Vacíos
en farmacovigilancia
El senador afirmó que no se aplica
la farmacovigilancia por prescriptores, dispensadores y usuarios, y
que no existe una red adecuada para su aplicación porque se
hace “investigación de escritorio” y falta recurso
humano adecuado, desde médicos farmacólogos o
toxicólogos hasta químicos farmacéuticos
clínicos u hospitalarios. Agregó que no se aplica la
fármaco-epidemiología, que permite evaluar
morbimortalidad asociada a problemas relacionados con uso de
medicamentos y otros medios terapéuticos.
¿Inspección,
vigilancia y control?
En el
Foro de Comercio en Davos, Suiza, se habló de que unos
US$450.000 millones de dólares es la cifra que mueve el
mercado negro farmacéutico en el mundo. En Colombia también
hay mercado negro por falta de control. El Invima debe vigilar un
universo de más de 50.000 productos, más de 100.000
establecimientos y 36 departamentos en el territorio nacional. Los
productos incluyen medicamentos naturales; cosméticos;
homeopáticos; aseo, higiene y limpieza; insumos; plaguicidas;
alimentos y licores. Se han contabilizado 26.130 alimentos, 18.397
medicamentos y 5.440 productos varios.
También debe vigilar 320 plantas productoras de medicamentos, 14.000 droguerías, 197 distribuidores y 30.000 precriptores, para un universo estimado de 50.000 agentes. En dispositivos varios se tienen 694 productores y en alimentos 8.400 panaderías y cafeterías, 3.000 establecimientos de comidas rápidas, 4.000 fábricas, 15.000 restaurantes y 8.000 ventas públicas, para un universo estimado de 42.000 entidades.
Algunas cifras IVC medicamentos
Primer Trimestre |
Visitas de Inspección |
Muestras Analizadas |
---|---|---|
2001 |
152 |
176 |
2002 |
98 |
51 |
2003 |
180 |
319 |
Cobertura
< 4%
La problemática de la inspección,
vigilancia y control se cifra en la inexistencia de una mirada
general, la desarticulación, la diferencia de criterios, la
información deficiente y la ineficiencia de recursos, que
configuran la ausencia de un modelo a seguir. Por ello se propone
crear un modelo con las siguientes metas:Tener un documento de
referencia, realizar la Encuesta Nacional Ministerio de la Protección
Social, tener un tablero de indicadores, elaborar mapas de riesgo y
disponer del Expediente Único Nacional (EUN). Los recursos en
proyecto de inversión y cooperación internacional se
estiman en $5.000 millones año (incluyendo análisis).
La red de laboratorios sería la columna vertebral del modelo,
con unas metas al año 2005, de contar con un proyecto de
inversión ($3.000 millones en áreas de medicamentos,
insumos y alimentos) y tener la acreditación BPL y/o ISO
17025, que garantice una Red Nacional de Laboratorios de control de
calidad y la evaluación con OMS (III fase 98% para
laboratorios de medicamentos).